Cuando el doctor me dio la noticia de que tendría que elegir entre la mujer de mi vida, y el amor de mi vida entré en pánico!
No podría verme sin ese puntito de gente que durante nueve meses cuidamos, amamos y vimos crecer.
Pero sería imposible vivir sin la mujer de mi vida. Le dije al médico que hiciera todo lo posible para salvar a mi esposa, incluso con un nudo enorme en la garganta, podríamos tener otros hijos.
Llegué derrotado a casa, solo con el tiempo de bañarme y volver al hospital. Recuerdo doblar las rodillas en el suelo de mi sala, llorar, pedirle a Dios que los guardara y si, pudiera hacer algo, que me hiciera a mí!
Sentí una paz tan grande, era como si alguien allá arriba (con todo mi escepticismo) me demostrara que se encargaría de todo.
Cuando llegué al hospital fui llevado a la UCI, donde estaban mis dos amores, y poco a poco todo ese miedo, ese pavor fueron disipados.
Toqué esa manita tan pequeña, le di la mano a mi esposa y juntos hice una oración, agradeciendo a Dios por ese momento, ni si fuera el último! En ese momento era el hombre más feliz y agradecido del mundo!!! Eso ya tiene como tres años! Mi esposa logró recuperarse de la hemorragia, y hoy estamos haciendo un homenaje a nuestro bebé… Que ya tiene tres años y habla por los codos!!! Aprendí que incluso en el dolor, el amor todavía nos da la oportunidad de creer y esperar!
Pues el amor es paciente, es Dios es el hospital.
Enviado por un papá-
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